miércoles, 1 de marzo de 2017

Todo esta bien hasta que se baja el telón.

Los minutos pasan, las horas pasan, los días pasan... pero lo difícil o insoportable no son los días, si no sus noches. El problema empieza cuando se apagan las luces, cuando me quedo sola, cuando el silencio predomina y solo puedo oír mis pensamientos, pensamientos que he estado callando durante el resto del tiempo. Un nudo en mi pecho, mi madre lo llama tener el corazón arrugado, y la verdad es que no se me ocurre mejor manera para denominarlo, también dice que tengo que llorar, que tengo que dejar de huir para poder encontrarme con mis sentimientos y así poder seguir adelante, pero no quiero, me dan miedo, la verdad. Intento mantenerme ocupada, intento no estar quieta, porque en cuanto me paro me rompo, y no quiero volverme a romper, la última vez tardé mucho en reconstruirme. Intento que mi risa se oiga más alta que mi cabeza, intento tener mi mirada ocupada para que así no te busque, intento... intento ser un zombie, intento no pensar, no sentir, no nada, solo quiero que esta situación acabe, quiero sentirme bien, quiero no tener miedo a quedarme sola, dejar de tener esta presión en el pecho que me ahoga, quiero... quiero tantas cosas. Con miedo, con miedo de dormir por si te pasas por alguno de mis sueños, por si en la fría noche mi cuerpo busca tu calor y lo que encuentra es un vacío, un vacío tan grande como el que tengo dentro de mí, con miedo de mi misma, de mi cabeza, de mis pensamientos, de mí. Y aquí estoy, sola, con no más luz que la que proyecta la pantalla del ordenador, con no más ruido que el que hacen mis dedos al teclear y algún coche despistado que pasa bajo la ventana, con no más pensamientos que tú y que mi dolor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario