Hoy he quedado con mi yo de 10 años en una cafetería, yo llegué quince minutos antes, ella, 10 tarde he sonreído al darme cuenta de que la ansiedad aún no ha llegado a su vida. Nos hemos sentado, yo me he pedido un café con leche en vaso, bien cargado, sin azúcar ¿Ella? Un Aquarius de limón, nos hemos sentado en una mesa fuera, me ha preguntado la razón: "Ahora fumamos" me ha mirado arqueando la ceja y ahí me he dado cuenta de que ella aún no se maquilla, no se hace ese eyeliner que después pasará a ser parte de nuestra personalidad. Al sentarnos a empezado a hablar, sin parar, a reírse, contarme cosas y preguntarme otras tantas, supongo que es curiosa, me alegra saber que hay cosas que nunca van a cambiar. Una de las preguntas me ha roto un poco, me ha preguntado por nuestro padre "él ya no está con nosotras" he tenido que decirle, se ha mostrado indiferente, lleva mucho tiempo ya haciéndose la fuerte, pero yo sé que una parte de ella se ha roto con esa respuesta. Ha cambiado de tema bruscamente, supongo que siempre nos ha incomodado sentirnos vulnerables, aunque sea con nosotras mismas. Le he contado que ahora nos hemos comprado una casa, tenemos coche Y UN GATO, no sabéis la ilusión que me ha hecho, creo que es lo que más (me) le ha gustado. Me preguntó a ver si vivimos nuestro romance adolescente, ese con el que tanto soñábamos, ahí me he dado cuenta de que ella no se pone en alerta si huele ciertas colonias, o escucha cierto nombre, que no siente la necesidad de sentarse en el lado más cercano a una pared por miedo a no ver lo que hay detrás, solo me he dignado a suspirar y asentir levemente mientras miraba mi café. Me ha preguntado por nuestra hermana, le he contado que pasamos años sin saber una de la otra, pero que no se pusiera triste, que después volveríamos a estar más unidas que nunca, que ya no sois tan diferentes o al menos, deja de importaros tanto y que ahora la valoras y ella a ti. Me ha preguntado por nuestra madre he tenido que contener un poco las ganas de llorar y decirle que las cosas cambian, que seguimos teniéndola ahí, pero ya no es como siempre. Me ha preguntado por nuestras amigas, por nuestra mejor amiga, le he tenido que contar que después de muchos años nuestros caminos se separan, pero que no se pusiera triste, que tenemos a otra que siempre esta ahí para nosotras y nosotras para ella. Han ido pasando las horas hasta que en su vaso solo quedaban los hielos derretidos y el limón flotando, son las ocho y media, tiene que irse a casa. Nos hemos levantado de las sillas y la he abrazado con todas mis fuerzas, al principio ella estaba un poco tensa, le incomoda el contacto físico, pero después me ha devuelto el abrazo con aún más firmeza, le he besado la cabeza y le he dicho que es mucho más fuerte de lo que ella misma cree, que siempre se guíe por sus instintos y que estoy enormemente orgullosa de ella, no me ha soltado, pero he notado como caía alguna lágrima por su cara, al separarnos ha sonreído de oreja a oreja "sigue sin gustarnos que nos vean llorar" he pensado y he reído para mis adentros, nos hemos despedido y me he dado cuenta de lo mucho que he disfrutado estando con ella y ahí me he dado cuenta de que no es tan difícil estar conmigo, nunca lo fue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario