Antes intentaba arreglar las cosas, ahora simplemente dejo que se rompan sin hacerlo yo. Llegué a un momento en mi vida en el que de tanto dar partes de mí acabé sin saber quién era, acabé perdida en mí misma ¿Y sabes lo peor? Que toda esa gente que tenía partes mías no vinieron a ayudarme, a guiarme por ese camino oscuro en el que acabé. Me encontré sola, desamparada, igual que una niña pequeña llorando en una esquina en postura fetal. Ahí aprendí, aprendí a no dar más de lo que puedo, a no sentirme mal por tener límites, por decir no algunas veces, por necesitar ayuda, por necesitar estar sola. Y como creo que todo lo malo siempre tiene algo bueno, aquí tienes mi conclusión, el haberme hecho pedazos, el haberme roto en cachos tan insignificantes hizo que jamás quisiese ser así, pequeña, inútil, insignificante y me dio las fuerzas para encontrar la manera de no ser así.